Los seres humanos somos por naturaleza personas muy temerosas ya que podemos contraer miedo a todo tipo de estímulos, desde a animales inofensivos hasta medios de transporte modernos, e incluso el agua o las heces.
Hablamos de fobia cuando el miedo a cualquier entidad o situación es muy intenso y crónico.
Entre tantos miedos y temores se encuentra la Misofobia, por lo general esta se asocia con el miedo a la suciedad, a la contaminación, a las bacterias o a los gérmenes.
Es un miedo patológico que llega cargado de pensamientos obsesivos por contraer una enfermedad y está muy relacionado con el trastorno obsesivo compulsivo, ya que las personas que la sufren están constantemente lavándose las manos, duchándose o desinfectando todo aquello que tienen que tocar.
Tenerle cierto respeto a la suciedad o a los gérmenes es algo normal y sano. Sin embargo, para las personas con misofobia, el miedo es tan grande que les lleva a experimentar un sufrimiento bastante alto.
Esta condición puede tener graves repercusiones en la vida cotidiana para las personas que la padecen, pues puede implicar un cambio de vida radical evitando situaciones en las que potencialmente podrían exponerse a gérmenes.
La gravedad puede ser muy variada; algunos pacientes pueden sentirse tensos alrededor de potenciales fuentes de contaminación, y otros pueden sentirse sin aliento o sentir náuseas. También, la frecuencia cardíaca suele aumentar, lo que podría, a largo plazo, debilitar físicamente a la persona enferma.
Si no se soluciona, esta fobia específica puede interferir de manera severa con el funcionamiento normal de la persona en su día a día. Por suerte, una vez que se detecta, existen tratamientos tanto psicológicos como farmacológicos que pueden ayudar a paliar hasta los síntomas más graves.
El tratamiento más común es la terapia cognitivo-conductual, la cual intenta atacar la causa a raíz de la enfermedad para hacer frente a las preocupaciones específicas del paciente.
La técnica de la meditación puede ser también utilizada, junto con los medicamentos que están diseñados para tratar el estrés y la angustia mental asociada con la misofobia grave.
A pesar de que la medicación y la terapia cognitivo – conductual son los enfoques más utilizados para tratar la misofobia, no son los únicos efectivos. En algunos casos, el uso de otras técnicas menos convencionales puede proporcionar resultados incluso mejores.
Algunas de las técnicas alternativas más utilizadas son la terapia de aceptación y compromiso (ACT) y la hipnoterapia. Ambas cuentan con un gran respaldo científico, y pueden ser una opción fantástica para determinado tipo de personas.
Pero no te asustes si en algún momento sentiste rechazo o miedo ante una situación particular de suciedad o contaminación, eso entra en niveles normales, de igual forma siempre esta atento a la cotidianidad de tus compartimientos.
Por: Verónica Petit.
Fuente: varias.
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